Se ha presentado hoy un anteproyecto de ley –lo cual quiere decir que habrá de pasar tiempo hasta que se vea en qué acaba– con el título de Ley de Consumo Sostenible que pretende dar los primeros pasos para acabar con algunas lacras del mundo moderno. Aquí van los puntos más relacionados con los temas que solemos tratar:
Limitación de la obsolescencia programada, incentivando la reparación y ampliando la garantía de los productos si se opta por reparar en lugar de sustituir. Esto incluye una Plataforma pública de reparadores (?!), que habrá de ser accesible para facilitar presupuestos y servicios de reparación. (Sinceramente: raro será que no acabe siendo otra web oficial inútil).
Obligación de informar sobre actualizaciones de software que perjudiquen al producto o que no sean necesarias. (Un poco absurdo porque los fabricantes dirán que todas son necesarias y ninguna perjudicial.)
Prohibición de publicidad de combustibles fósiles, vehículos de gasolina o diésel y productos energéticos no renovables.
Prohibición de publicidad de los vuelos cortos siempre que exista una alternativa menos contaminante y cuya duración no supere las 2,5 horas.
Prohibición del postureo ecológico(greenwashing), esto es, el uso de términos como «verde» o «biodegradable» sin justificación científica. También se incluye la posibilidad de anular marcas engañosas, cuyos nombres o logotipos confundan sobre su impacto ambiental.
Además de esto se quiere eliminar la publicidad asustaviejas («publicidad del miedo»), es decir la de los Securitas Direct y similares, que generan temor o ansiedad. Veremos si los antivirus o incluso las VPN se incluyen en la lista.
También hay un apartado para evitar la reventa de entradas con precios por encima del original, que habrá que ver si funciona porque las triquiñuelas para la reventa existen desde la época del coliseo romano, me parece a mi.
A finales del verano de 1944 el mariscal de campo Bernard Law Montgomery, más conocido como Monty, estaba inquieto porque se sentía desplazado por la excesiva atención y apoyo que, al menos en su opinión, el alto mando aliado estaba prestando a las tropas estadounidenses. Así que aprovechando unos días en los que Eisenhower estuvo un poco fuera de juego, aprovechó para montar y lanzar la operación Market Garden, probablemente una de las operaciones militares aliadas peor planeadas y ejecutadas de la Segunda Guerra Mundial.
La idea era establecer un saliente del frente de 103 kilómetros en terreno ocupado por Alemania en los Países Bajos para que las tropas aliadas –inglesas en este caso– pudieran cruzar el Rin y así disponerse a entrar en Alemania, en concreto en la importante para el esfuerzo militar cuenca industrial del Ruhr.
Para ello había que capturar y mantener una serie de puentes, en especial el que cruzaba el Rin en Arnhem. Con ese objetivo Monty organizó un asalto aerotransportado que los tenía que conquistar –Market– y un avance terrestre –Garden– que tenía que llegar a Arnhem tan sólo 48 horas después del aterrizaje de las tropas aerotransportadas.
Era un plan extremadamente complejo que dependía de muchos pasos que tenían que salir a la perfección uno tras otro. Pero ni el plan estaba especialmente bien pensado, pues entre otras cosas Monty desoyó a quien le decía que el terreno era inviable para un asalto mediante formaciones blindadas, además de hacer un uso de los paracaidistas nada adecuado para sus capacidades, ni fue especialmente bien ejecutado por muchos de los mandos involucrados.
Además de que ya se sabe aquello de que ningún plan sobrevive al contacto con el enemigo. Y este menos.
Como se temían quienes es oponían a ella lo que tenía que haber sido una operación de poco más de 48 horas según el plan de Montgomery terminó siendo una batalla de algo más de una semana. Y Market Garden terminó por ser un enorme fracaso en el que en especial la a 1ª División Aerotransportada británica, que era la que tenía que tomar el puente de Arnhem, resultó diezmada. Aunque el resto de unidades tampoco se fueron de rositas.
Este libro cuenta de forma muy amena y detallada los preparativos de la operación, los días de lucha, y la retirada final de la 1ª, que fue sacrificada para nada, pues aunque los aliados mantuvieron el control del terreno liberado de la ocupación alemana hasta el final de la guerra, al no conseguir conquistar Arnhem no se pudo establecer esa cabeza de puente al otro lado del Rin.
Me parece especialmente interesante el relato que hace de las relaciones entre los mandos aliados y de cómo en un momento dado, viendo que aquello iba a terminar mal, muchos empezaron a escurrir el bulto para echarle la culpa a otros de que casi nada saliera como estaba previsto. También me interesó mucho la cobertura que hace de cómo la población civil se vio involucrada y sufrió todo este fregado.
En definitiva, un libro muy recomendable si te interesa la Segunda Guerra Mundial y que me ha dejado con ganas de volver a ver Un puente lejano, la película de 1977 que recrea la historia de esta batalla. Y de ver Theirs Is The Glory, una película británica de 1946 que se centra en la participación de la 1ª aerotransportada y que además de utilizar metraje rodado durante los días de combate fue rodada en los lugares en los que tuvo lugar la lucha y en la que más de 200 veteranos participan como actores, incluyendo a algunos de los civiles.
La ingeniera aeroespacial de la NTSB Leani Benitez-Cardona, y su compañero Matthew Fox, jefe de materiales, estudiando el «tapón» del 737 de Alaska Airlines – NTSB
El cinco de enero de 2024 un Boeing 737 MAX 9 de Alaska Airlines perdió una parte del fuselaje poco después de despegar en el vuelo 1282 de la aerolínea. Es una especie de tapón que en ese avión y en otros con una configuración de asientos similar sustituye a una de las salidas de emergencia que no es necesaria debido al número máximo de personas que pueden ir a bordo.
La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (National Transportation Safety Board, NTSB), que es la organización que, entre otros, investiga los accidentes aviación civil, acaba de emitir su informe al respecto [PDF]. Y, para sorpresa de nadie, les da cera a la propia Boeing y a la Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos.
El resumen es que Boeing no proporcionó formación, orientación ni supervisión adecuadas a las personas que trabajan eh sus fábricas. Y que la FAA fue ineficaz a la hora de garantizar que Boeing abordara los problemas de no conformidad repetitivos y sistémicos asociados a sus procesos de retirada de piezas.
Y es que todo el problema viene de que aunque Boeing recibió el fuselaje de ese avión con el tapón correctamente instalado por parte de Spirit AeroSystems, en aquel entonces su proveedor y ahora de nuevo parte de la empresa, una vez en la planta de ensamblado fue necesario retirarlo para solventar un problema con algunos de los remaches del fuselaje cercanos al tapón.
Pero nadie de las personas que lo retiraron ni que lo volvieron a colocar tenía la formación necesaria, a pesar de que los procedimientos de Boeing dicen que es una operación que no puede hacer nadie sin esa formación. Ni los procedimientos especificados por Boeing eran lo suficientemente claros como para que se pudieran dar cuenta de que lo estaban haciendo mal. Ni nadie rellenó el correspondiente informe que se supone que hay que cubrir tras retirar una pieza, lo que probablemente habría facilitado que alguien más adelante en el proceso de finalización de ese avión se hubiera dado cuenta de que había que revisar ese tapón.
Esquema del tapón que sustituye las puertas de emergencia – Boeing
El resultado fue que cuatro pernos que lo sujetan e inmovilizan nunca fueron vueltos a colocar. Esto permitió que el tapón se fuera moviendo vuelo tras vuelo hasta que en el del accidente el tapón por fin salió disparado, provocando una descompresión súbita que obligó a la tripulación a hacer un descenso de emergencia y a volver al aeropuerto de origen.
Aunque afortunadamente al final todo quedó en un gran susto un miembro de la tripulación de cabina de pasaje y siete pasajeros recibieron heridas leves y el avión también resultó dañado en el accidente.
La NTSB recomienda, pues, aunque no puede ordenar nada porque no tiene jurisdicción par ello, que se haga obligatoria lo antes posible la instalación de un nuevo sistema de fijado de los tapones que añade elementos como cables de seguridad para evitar que los pernos se pierdan o no se instalen correctamente.
También recomienda a la FAA que revise sus procedimientos de supervisión en general y de Boeing en particular para asegurarse de que sean realmente efectivos. Y a Boeing que revise sus procedimientos de formación y supervisión, con especial énfasis en poder detectar errores en la ejecución de tareas.
Lo malo es que llueve sobre mojado en todo esto. Y que antes de este accidente el MAX había estado veinte meses sin poder volar en todo el mundo debido a dos accidentes mortales causados por un grave error en su diseño, algo por lo que se supone que la FAA había puesto a Boeing bajo un escrutinio más cercano.
Otra petición de la NTSB es que la FAA decida obligar de una vez a la instalación de grabadoras de voz que registren al menos 25 horas en vez de las dos a las que están limitadas en la actualidad. Ya no es la primera vez que se pierde información valiosa debido a esa limitación, que no tiene ningún motivo técnico sino que viene de la reticencia de las tripulaciones de cabina de que sus conversaciones queden grabadas más tiempo del necesario. Y en el caso del vuelo 1282 volvió a suceder.
En cualquier caso hay que decir que desde el accidente del vuelo 1282 miles de Boeing 737 MAX han seguido prestando servicio en todo el mundo sin mayores problemas. Lo que no quita para que las autoridades deban seguir muy al tanto de lo que pasa con Boeing.
Este pasado fin de semana un cohete H-IIA ponía en órbita el satélite medioambiental GOSAT-GW para la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA). Fue en lanzamiento número cincuenta de este cohete. Y será el último ahora que el H3 parece estar ya funcionando de forma fiable.
En servicio desde el 29 de agosto de 2011, a lo largo de su carrera el H-IIAsólo ha experimentado un fallo, cuando el 29 noviembre de 2003 el lanzamiento de dos satélites de reconocimiento falló al no separarse uno de los propulsores laterales del cohete. El peso extra del propulsor hizo imposible que el cohete alcanzara la órbita deseada, con lo que fue destruido desde tierra unos diez minutos después del lanzamiento. Pero por lo demás ha sido el principal lanzador japonés a lo largo de estos años, tanto para cargas civiles como militares.
Será sustituido por el H3, que tras fallar en su lanzamiento inicial en marzo de 2023 a estas alturas lleva ya tres lanzamientos con éxito. El H3 está diseñado para ser más barato de lanzar que el H-IIA, lo que en principio facilitará que consiga contratar más lanzamientos.
El H3 es también el que se encargará de lanzar el HTV-X, el carguero espacial japonés de nueva generación que sustituirá al HTV en los lanzamientos de suministros para la Estación Espacial Internacional. El HTV fue retirado en agosto de 2020 y en aquel entonces se esperaba que el HTV-X entrara en servicio en febrero de 2022. Pero ahora su primer lanzamiento está ahora previsto para octubre de este año.